domingo, 26 de julio de 2009

Hogar de otro tiempo


Hogar, hogar de otro tiempo,
vengo a precintar tus días,
y así mañana recuerde
--por las cosas del olvido--
que nunca de ti he marchado,
que yo no me había ido.

Hogar antaño creciente
cual nido de primaveras,
¡cuántas tardes sonoras
las carcajadas asomaban
por la puerta siempre abierta!
y aún la entrópica amistad
deja su eco con un coro
variopinto, resonando
en la esquina del silencio,
donde hace un remolino
el almanaque de los años
de color en blanco y negro.

Hogar, hogar en la ribera,
iluminado templo, beso
de candiles, ya uno perdimos
hace tiempo, mas el otro
desnudaba toda sombra,
hasta aquellas que dejamos
al marchar. ¡Dulce candil,
fue tu hora hace un momento!
te cansaste de alumbrar
tanto silencio, y en silencio
estelas fuiste dejando,
estelas a otros hogares
con una llama imborrable.

Hogar, hogar primero,
endogénesis y ocaso,
¡tantas veces fuiste cuna
de rosales!, tantas veces
explosión en intramuros
de un frondoso colorido,
despliegue incontenible
de pétalos dispares,
y también algún llanto
de ciprés encorvado
por hojas tejidas de vacío.

Hogar, hogar de siempre,
perdóname si renuncio
a tu olvido , si no quiero
tu adiós, ¡ no lo quiero!

Era mi cuna y mi cómplice,
mis murallas y mi patio
-- así precinto sus días,
así quiero recordarlo--